DESÁTAME O APRIÉTAME MÁS FUERTE
- A.T.T.
- 21 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 may 2021
Podría definir el día de hoy como perfecto. Por fin he reunido a todos los amigos, y para más inri nos hemos ido de cata de vinos y comilona. Ahora tardará menos en pasar un meteorito que en volver a reunirnos. Risas, cuchicheos cuando la guía no miraba, paseos por las viñas, copas de vino blanco, corte de jamón, copa de vino tinto, corte de longaniza, copa de rosado, corte de chorizo, y copas y más copas de vino.
“Oye y si ya que estamos aquí todos juntos, y bastante alcoholizados. ¿Porqué no nos quedamos a comer por aquí?” Los mejores planes siempre son los improvisados, bueno “improvisados”. Mi sugerencia es bien aceptada por el grupo. Y para rebajar un poco nuestra tasa de alcoholemia llenamos bien el estómago. Pero el tiro me sale por la culata. Regamos bien estos majares con más vino. Desde luego, no tenemos remedio. Terminamos la comida entre risas encanadas recordando los viejos momentos.
Es plena tarde y ya estoy en casa, solo apetece una buena siesta. Pero eso solo puede terminar de una forma, resaca. Así que contra todo pronóstico me pongo una serie. Pero mi mente no quiere ver la serie, y mi entrepierna se empieza a poner algo tonta. Alcanzo el móvil y busco en mi agenda. Se perfectamente lo que estoy buscando. Un escueto “Estoy libre, ¿te apetece quedar?” enviado. No tarda en aparecer el check azul, y aun menos su contestación. “Yo también, ¿me acerco a tu casa?”
Veinte minutos más tarde me despierta el telefonillo. Abro la puerta y la visión de su sonrisa termina de alegrar mi día. Se acerca en un solo paso a mi cuerpo. Me agarra de la cintura y atrayéndome a él me posa una beso delicado en los labios. Lo llevo hasta el salón. Sigo un poco embotada por la siesta, y es posible que un poco resacosa.
Antes de sentarnos en el sofá me toma por las muñecas y me acerca a él. Sus manos suben hasta mi rostro y sus labios se funden con los míos. El beso se prolonga durante un buen rato. Somos un amasijo de labios, lengua, manos; pasión. Un beso que cada vuelve cada vez más violento. Nos saboreamos con hambre. Los labios empiezan a hincharse ante esta batalla que están librando. Mi sexo palpita de necesidad.
Lo empujo para sentarlo en el sofá. Mis manos recorren desde su pecho a su entrepierna. Mis dedos juegan con su bragueta. Le libero de los pantalones. Mirándole fijamente me deshago de la ropa, sensualmente me quito la camiseta. Poco a poco bajo la falda por mis piernas.
Me acerco a él. Una senda de besos húmedos recorren su cuello hasta los pezones. Separo sus piernas y me arrodillo. Retiró sus calzoncillos. Liberando una erección más que potente.
Su humedad me excita, me llama, me la meto en la boca. Despacio la recorro con mi lengua entera. Mis labios se sellan a su alrededor. La introduzco hasta el fondo. Mi mano agarra su miembro. Lo masturbo con mi boca y mi mano a la vez. Sus gemidos ahogados me excitan sobremanera. Siento como me humedezco. Mi sexo palpita.
Me detengo en seco. Lo miro a los ojos. Me levantó y sonrió. Tomo su mano y lo dirijo a la habitación. Lo dejo caer sobre la cama. Desaparezco un momento, dejándolo inquieto.
Reaparezco con las cintas de seda del batín. “Junta las manos” le ordeno. Es el momento de demostrar mi habilidad haciendo nudos. Le ato las muñecas por un extremo y por el otro lo al cabezal de la cama. Sonrió por mi adentros. Ahora está a mi merced.
Me libero de la poca ropa que me queda. Recorro su cuerpo con mi lengua, seguida por mis pezones. Con su atenta mirada fija en mi cuerpo me introduzco mis dedos en mis pliegues. Escucho su respiración acelerarse, sus manos forcejean con las ataduras, intenta incorporarse. Me masturbo lentamente. Una mano juega con mi clítoris. La otra con mis pechos. El sigue atado observando mi excitación. Llego al orgasmo entre gemidos entrecortados. Sus pupilas se han dilatad, sé que está muy cachondo. Su polla cada vez más dura me llama, quiere ser mimada.
Me acerco a él cuál gata en celo. Pego mi cuerpo al suyo. Tanteo mi entrada con su erección. Y me la introduzco lentamente, hasta el fondo, robándole un gemido entrecortado.

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